Como ya os dije, esto iba a tener una segunda parte. Y es que el viaje continúa. Aunque no lo quiero alargar mucho más.
En esta segunda entrada de Arte en el subsuelo, os presento otras redes de metro que, aunque no son, a priori, tan rompedoras ni provocativas como las mostradas anteriormente (Moscú, Estocolmo y Lisboa), tienen elementos que constituyen el sello de identidad de las mismas.
Si os da por viajar, recordad estos nombres:
París, la Ciudad de la Luz, también esconde grandes sorpresas bajo tierra. Aunque en su caso, esas sorpresas las intuimos ya en la superficie, y con esto me estoy refiriendo a las características entradas del metro parisino (aunque ya solo se conservan dos, las estaciones de Abesses y Porte Dauphine), obra del arquitecto del Art Nouveau Hector Guimard, realizadas con hierro fundido e incorporando detalles florales y vegetales.
En cuanto a las estaciones, podemos encontrar gran variedad de cosas interesantes en las que detener nuestra mirada. La estación Palais Royal-Museé du Louvre (líneas 1 y 7) cuenta en una de sus entradas con arcos cubiertos con perlas de vidrio.
La estación Concorde (línea 12) por su parte está revestida de azulejos. Cada uno de ellos contiene una letra, pudiéndose leer en los andenes de la misma la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa de 1789. Si os gusta la historia, paraos a leer un momento.
Cabe destacar también la estación Louvre-Rivoli (línea 1), que alberga réplicas de algunas de las obras más conocidas del Louvre. Por lo que uno puede empezar a disfrutar de este museo desde el minuto cero en que se baja del vagón.
Y por último, quería hacer mención a una última estación, Arts et Métiers (líneas 3 y 11), rediseñada en un estilo retrofuturista.
La ciudad francófona de América del Norte posee una red de metro inaugurada en 1966 con motivo de la Exposición Universal. Una época llena de vitalidad que se refleja en el diseño de algunas estaciones de la red de Montreal.
El sistema está decorado con una gran cantidad de obras de arte, entre las que se incluyen esculturas, frescos y vidrieras.
Además, muchas de las estaciones fueron diseñadas por diferentes arquitectos, siguiendo el ejemplo del subterráneo de Estocolmo.
Otro tipo de obras las tenemos ya en el exterior. Quería destacar personalmente el metro de Bilbao, un proyecto de Norman Foster que data de 1988. Los llamados fosteritos se han convertido en todo un icono para la ciudad.
El cerramiento de vidrio curvo protege al usuario del lluvioso clima de la ciudad.
Otro tipo de bocas de metro, también sorprendentes:
En general, la red de metro se caracteriza por una arquitectura muy depurada, constituida principalmente por prefabricados de hormigón. Acabado impecable, sencillez conceptual, escaleras mecánicas de efectista iluminación propia o pasamanos de acero inoxidable son algunas de las particularidades de este conjunto que ha resultado premiado en numerosas ocasiones. Es uno de mis proyectos preferidos. Foster no podría haberlo hecho mejor.
Y por último, quería mostraros estas estaciones alemanas que podemos encontrar en Múnich y Frankfurt. Alguna es de los más peculiar. Comencemos por Frankfurt:
Y concluyamos con Múnich:
Espero que este recorrido por las profundidades os haya gustado. Pero lo más importante es que os hayáis dado cuenta que siempre que bajéis al subsuelo debéis hacerlo con los ojos bien abiertos. Nunca se sabe con que maravillas os podéis topar.
Esto son estaciones de metro. Ay, ¡qué lástima! En fin, prefiero no escribir más. Me ha gustado muchísimo tu entrada y las imágenes que nos muestras… aunque… boh, aquí lo dejo.